EFE/Purificación León
EFE Reportajes
La neumonía se produce cuando un germen infeccioso, generalmente un virus o una bacteria, invade el tejido pulmonar.
“Los pulmones están formados por pequeños sacos, llamados alveolos, que (en las personas sanas) se llenan de aire al respirar. Los alveolos de los enfermos de neumonía están llenos de pus y líquido, lo que hace dolorosa la respiración y limita la absorción de oxígeno”, explica la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por lo general, la neumonía está causada por virus o por bacterias, aunque también los hongos pueden desencadenar esta enfermedad. “El mecanismo más frecuente es la aspiración de microorganismos desde las vías respiratorias más altas.
Las defensas del organismo pueden debilitarse por determinadas circunstancias como el consumo de tabaco, las enfermedades pulmonares crónicas, el alcoholismo, la desnutrición, etc. y facilitar así que estos gérmenes alcancen el pulmón y produzcan infecciones”, detallan los especialistas de la Clínica Universidad de Navarra.
En la actualidad, entre las causas principales de neumonía se encuentran la infección por el neumococo, por el virus de la gripe y por el coronavirus, según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Los especialistas de la Clínica Universidad de Navarra subrayan que los síntomas de las neumonías son variables, sin que ello tenga siempre relación con el tipo de germen que la ha causado. Los más habituales son tos con expectoración purulenta o herrumbrosa, en ocasiones con sangre, dolor torácico y fiebre con escalofríos.
“Otras neumonías, llamadas atípicas, producen síntomas más graduales con décimas de fiebre, malestar general, dolores musculares y articulares, cansancio y dolor de cabeza. La tos es seca, sin expectoración, y el dolor torácico menos intenso. Algunos pacientes pueden tener síntomas digestivos leves como náuseas, vómitos y diarreas”, apuntan.
“Si la neumonía es extensa o hay una enfermedad pulmonar o cardíaca previa, puede aparecer dificultad respiratoria. Además, si los gérmenes pasan a la circulación sanguínea, producen una bacteriemia que puede conducir a un shock séptico”, detallan. Asimismo, señalan que, en personas ancianas, los síntomas iniciales pueden ser menos llamativos con fiebre poco elevada o ausente, tos escasa y con alteración del comportamiento.