¿Puede el ejercicio ser más efectivo que los medicamentos para tratar enfermedades crónicas como la artritis o las hernias discales?
Esa fue la impactante respuesta que recibió un paciente tras volver a consulta médica con el avance de sus dolencias articulares. En lugar de una larga receta, su médico fue claro: “La verdadera medicina está en el movimiento.”
En esta historia real —que refleja a miles de personas en República Dominicana y el mundo— exploramos por qué el ejercicio físico no solo es recomendable, sino esencial en el tratamiento de enfermedades degenerativas como la artrosis, la artritis y los problemas de columna.
Te invitamos a leer este valioso testimonio médico-paciente, acompañado de una explicación profesional.
Recientemente regresé a consulta con mi médico cirujano ortopeda, como lo había hecho años atrás, arrastrando una condición crónica que se ha convertido en parte constante de mi vida: dos hernias discales en la columna lumbar. El dolor sigue ahí, algunas veces controlado, otras veces limitante. Pero esta vez, no llegué solo con esa queja. A la lista se han sumado nuevos diagnósticos: artritis en las rodillas, en las caderas y en las manos.
La evolución es clara. La degeneración articular avanza, y con ella, mis dudas sobre qué opciones reales tengo para mejorar mi calidad de vida.
El médico me escuchó con atención, revisó mis estudios, evaluó mi movilidad y, con la serenidad que da la experiencia, me dijo algo que no olvidé:
“Te voy a indicar un analgésico, pero lo único que puede ayudarte realmente es hacer ejercicio. Esa es la medicina para toda enfermedad degenerativa.”
Fue una afirmación sencilla, pero poderosa. En un mundo donde esperamos soluciones rápidas y tratamientos farmacológicos para todo, escuchar que el ejercicio físico es la herramienta terapéutica más eficaz puede sonar sorprendente, incluso decepcionante para algunos. Pero es una verdad respaldada por la ciencia.
¿Por qué el ejercicio es clave en enfermedades degenerativas?
Las condiciones como las hernias discales, la artrosis o la artritis no se “curan” con una pastilla. Son procesos degenerativos, es decir, progresivos y crónicos, en los que el tratamiento no solo busca aliviar el dolor, sino frenar el deterioro y mantener la funcionalidad del cuerpo.
El ejercicio físico —realizado de forma adecuada y supervisada— tiene múltiples beneficios comprobados:
- Mejora la movilidad articular.
- Fortalece los músculos que sostienen las articulaciones y la columna.
- Reduce la rigidez y el dolor.
- Estimula la producción de colágeno y lubricación articular.
- Disminuye el estrés y mejora el ánimo, lo cual impacta directamente en la percepción del dolor.
- Ayuda a mantener un peso saludable, reduciendo la carga sobre rodillas, caderas y espalda.
Un tratamiento que depende del paciente
El gran desafío del ejercicio como medicina es que no se receta en miligramos ni se vende en farmacias. Su eficacia depende del compromiso del paciente, de la regularidad, de la disciplina y, sobre todo, de entender que es un proceso.
No se trata de hacer actividad física extrema, sino de incorporar movimiento funcional y seguro al día a día: caminar, nadar, estiramientos, ejercicios de bajo impacto guiados por fisioterapeutas, fortalecimiento progresivo. Incluso 20 a 30 minutos diarios pueden marcar una gran diferencia en el control de la enfermedad.